domingo, 9 de octubre de 2011

Dos morales una vida (Crónica sobre una profesión)

Una madre abnegada se levanta de su cama a las diez de la mañana, ya una costumbre casi diaria, observando tras sus pesadas pestañas el paso del tiempo, aquel que se ha detenido justo en el momento en que despierta. Ella con el delineador corrido en su mejilla, tal vez simulando unas pequeñas lágrimas disecadas, posiblemente mientras dormía su alma vivía una tormenta.

Son las cuatro de la tarde, y en un lugar nocturno del centro de la ciudad, unas bellas damas entran a un establecimiento llamado, “Las tres cruces”, (nombre dado por el escritor de esta crónica para cubrir el verdadero, por petición de la entrevistada). Encontrándome en la puerta del local veo pasar a veinte mujeres sin maquillaje, con la mirada pérdida, algunas me miran de arriba abajo sin pronunciar palabra, y otras me dicen –Tienes ganas muchachito–, no todas llegan al mismo tiempo y ya son las cinco y ha entrado más de la mitad, el sol comienza a caer y esconderse, al parecer no quiere ser testigo de algunas cosas.
Con mi pantalón azul, camisa formal manga larga y un busito blanco veo el pasar de los carros, las personas me miran con cierta confusión y aquellas que van acompañadas hablan del lugar y señalan, perdí la cuenta pero creo que ya son todas me dispongo a tocar, cuando de repente de un empujón soy movido de la puerta por una bella figura femenina. –Discúlpeme joven–. Y entra dejando el perfume dulce, una fragancia de revista. El celador, un hombre gordo y grande no más que yo, me hace pasar con cierta desconfianza, - No acostumbras a estos lugares, no quiero problemas–, dice con voz gruesa. Supongo que al estar parado demasiado tiempo al lado de la puerta causó curiosidad.

Afuera, las seis de la tarde y los faros de la calle empiezan a encenderse y aquello que dicen las religiosas o puritanas, se convierte en mi viaje, estaba dando los pasos al averno. La entrada oscura, iluminada solo con unas barras de neón de color morado, que daban luz a las escaleras que terminaban en el segundo piso, en este caso no se baja al infierno se sube al cielo, según unos jóvenes que venían detrás de mí. Con una risa en mi gesto llegué a la cima ya más alumbrada, con luces al parecer apagadas y lúgubres, gran cantidad de mesas en forma de luna menguante, al centro del lugar una pista de baile y más adelante una pequeña tarima y dos tubos que según mis coetáneos, que ahora me hablaban, era para hacer la danza del hechizo.

Viernes, siete de la noche según daba mi reloj, y el local que desde las cuatro es oscuro ya estaba empezando a tener mucha clientela, algunas muchachas estaban ya al parecer con personas que acostumbran a venir, y yo en una mesa con los jóvenes que ahora me gastaban una cerveza, que yo mismo pedí en la barra, quedé anonadado, mis ojos se empañaron y mi corazón más que un órgano vital se convirtió en mi enemigo, tenía una taquicardia. Salieron quince diablas que promovían la tentación y el pecado. Doña Remedios tenía razón, son brujas, pues, a todos los tienen hechizados mientras pasan por las mesas casi medio desnudas. Estaba en la última y con los silbidos extravagantes de todas partes, llegaron en emboscada tres divas, una mano apareció detrás de mi cuello que bajaba por mi pecho, el trago de cerveza que había tomado se convirtió en una bola pesada que bajaba por mi garganta haciendo que los ojos se sumieran, ahora entendía por qué la media luna, pasó adelante una de ellas, muy preciosa, sin desprender la mano de mi pecho.

A mi lado derecho los gastosos estaban poniendo billetes en la prenda íntima de dos muchachas, y sin perder tiempo tocaban y besaban, uno de ellos me miró diciendo, - La plata es oro acá– de nuevo mire el reloj eran las nueve de la noche y tenía seis cervezas en la cabeza y dos mil pesos sencillos en la billetera, al alzar mi mirada, ella bailaba sensual, quizá suene atrevido pero eran movimientos poéticos, llenos de metáforas y cargados de antítesis, mostrando con su mano la cadera que hipnotizaba. Mis circulares esferas que daban color a su prenda íntima rosa, y un empujón en el hombro del que estaba a mi lado me despertó de lo que no era un sueño, enseguida saqué avergonzadamente de mi cartera dos Jorge Eliecer Gaitán.

Mis manos temblorosas tocaron su piel blanca y suave tratando de coger el hilo delgado que tenía cubriendo el crepúsculo, y tirando lentamente de él puse el dinero doblado varias veces, soltando la prenda que ajustaba el botín, pensé, “se va a enojar son solo dos mil”, pero sorpresa, ella bailaba más y empezaba a desprenderse de su intimidad, no la había mirado a la cara tenía timidez, qué pensaría de mí.

Su sostén terminó por ser una horca en mi cuello, que me acercaba más y más a sus dos nubes esponjosas, el eclipse ocurrió mientras miraba las diez de la noche y ocho bebidas, ella hizo un injerto de pieles, mi rostro inundado en el aroma de sus pechos, y un gran témpano de hielo calmaba el volcán en mi cara, en ese momento escuché sus palabras, su voz al fin decía algo.

Sin saber qué ocurría a mi alrededor ella dijo – Qué quieres mozuelo. – sin palabras y con el alcohol haciendo efecto y las hormonas en todo mi cuerpo, observé en sus ojos algo que daba prisa y por qué ahora. Sin pensar, sin hablar más de la cuenta ella continuó, -El normal vale cuarenta, el doble sesenta y el triple ochenta, treinta minutos y si es más vale otros cuarenta–. A mi lado se paraban los dos muchachos calenturientos, apresurados y con malicia en todo su ser, se marcharon. Le mencioné que el normal y estiró la mano, le di el dinero y me agarró del brazo como si me llevara al matadero, no pronunció nada, entramos al tercer piso, habitaciones a mi derecha e izquierda ya con más luz observé a varias parejas entrando y saliendo de las alcobas de la tortura y el placer.

Se abrió una puerta, era el cuarto del tiempo, una sola cama doble y con sabanas blancas, una peinadora y un baño era lo que adornaba el lugar, ella se desvistió, señaló la cama para que me acostara, y ahora detalle su rostro. Una dama de quizá veinticinco años, hermosa, la misma que me empujó al entrar en el establecimiento, solo miraba su rostro y me dijo –¿Tienes miedo?– Con las manos cruzadas y la voz tartamuda, -Claro que no, solo que no vine a…-. -Cómo y entonces te burlas de mí eso es–. Se viste y se sienta en la cama tapándose el rostro.

Las diez y diez, me siento a su lado, -Lo siento no fue mi intención–. Ella con la frente arrugada me pregunta -Qué quieres–, le explicó que solo hablar, que necesitaba hablar y me encontraba ahí por accidente. Luego de entender el motivo me sonríe y da un gesto de aceptación, -Olga, mucho gusto-.

La conversación se presta amena y luego de unos chistes para romper el hielo, y contar la verdadera razón por la que me encontraba en esos apretones, le dije –Cuál es tu historia-. Saca un teléfono debajo de la cama, marca y pide una del blanco a la habitación ocho. –Esa la pagas tú-, me dice con tono burlón. Aclaré que no había problema, pero, no tenía para pagar más tiempo, de charla, -No importa hace rato nadie se interesaba por mí, hoy descanso y qué alguien me diga algo-. Curioso, era viernes el comienzo de un buen fin de semana, sin divagar me alegré, “buena crónica pensé”. Tocan, Olga abre la puerta y paga con mi dinero cerrando con llave, no sin antes poner con sutileza el letrero de “No molestar”.

-Mi historia mozuelo, un día estudiaba en una universidad de Cali y sin plata una amiga me convence de que está es una buena vida, sin más ni más accedí. Primero fue con un amigo de ella luego con otro y otro, la plata fácil envicia la vida, esto es como cualquier droga te metes y es difícil salir, trescientos o cuatrocientos mil en una noche, qué vida mozuelo, qué vida-. Solo escuchaba asombrado, hablaba como una mujer de cuarenta o cincuenta años, la experiencia que debe tener, -Sigue no pares, desahógate-, le digo sin más palabras qué encontrar. –Pues, dejé poco a poco el estudio por la plata, tenía dieciocho años y la vida se prestó para que me volviera puta-, pronunciaba con ardor en su alma y pasando uno tras otro un trago de anís.

-A mis diecinueve cumplidos me llega la sorpresa que soy madre, sin saber de quién, la vida se vuelve mierda y la familia te da la espalda, después de darles tantos lujos, mi amiga me aconseja que aborte, pero, no, no puedo y no lo hice. A mis veinte pasaditos una linda bebita que alimentar y sola, sin trabajo porque simplemente me volví disque gorda, mozuelo la fiesta del caucho de esas perras que se ponen tetas y culo, así sola vine a terminar a Bucaramanga con mi hijita-. Sus ojos se vuelven un pequeño nacimiento, en él se descuelga la rabia y desesperación qué pasó, es un riachuelo negro por el delineador que cae. –Acá pase hojas de vida y desde que llegué trabajo acá, atendiendo borrachos, locos, ejecutivos,  hombres casados, solteros, de todo mozuelo, de todo, y mi hija inocente de la realidad a sus ocho años, estudia mientras ve a su madre salir en las noches y volver en la mañana sin preguntar nada-. Ahora el nacimiento es el amazonas y en vez de micos, grillos o el sonido del viento moviendo los árboles, se escuchan gemidos de las dos habitaciones continuas con el chillido de las camas y palabras obscenas.

-La morena si goza el trabajo, no tiene hijos y además está empezando, qué te parece mi trabajo mozuelo-, me pregunta agitando su cabello. No sé qué decir y terminó con una palabra. –Siento orgullo-, con cierto rocío en mis pómulos, -Sé que has pasado por cosas peores, atender gente es complicado-, continúo para no ahogarme en llanto, una risa enorme y carcajadas. –No sabes mozuelo tendrías que quedarte un mes si acaso para ser testigo de toda esta porquería, pero te digo me han golpeado, ultrajado, no puedo decir violada porque no me creen, alguno borrachos que vomitan la cama y luego quieren los muy desgraciados que los bese, otros se orinan en el piso y no hacen nada, algunos abusan en su fuerza y generalmente es así y lastiman, eso como tú lo dices la manzana, gritan el nombre de mujeres extrañas y gritan, por ejemplo “toma Zoraida”, cosas así. Otros son solteros, son los más calmados y vienen y se van, o los que los hecha la esposa me convierten en ella, en fin de todo-.

Son las dos de la mañana el tiempo pasa rápido, no solo hemos hablado de eso, pero es lo que acá interesa, terminamos el litro de blanco como lo llama Olga, ella se para y me dice que ya viene, en realidad un poco asustado a las tres aparece, yo que ya me encontraba en la barra a punto de salir me dice –En dónde vives-, no supe qué responder y pide otra de blanco, -Vamos a mi casa, dale no te voy a comer y de paso sigues con tu cuento ese-. La mire y en un momento estábamos en el taxi llegando a un barrio de Provenza, entrando a un pequeño y humilde apartamento, donde ya las cuatro y el alba apunto de asomar, con voz baja pasamos a la sala y solo con una vela prendida para no despertar a su hija, responde mi pregunta.

-Sí, al principio fue difícil pero una se acostumbra y por la plata baila el perro, o en este caso la perra, “jajajajja”-, se ríe ya un poco entonada, -Bueno al menos cuando una no da los tres platos todo es mejor no me siento tan ultrajada, pero, se gana más. No me salgo porque una vez la mano se unta el cuerpo también. Y sí, mi hija es una razón, pero, mis papás al fin se dignaron de recibirla, bueno me quitaron la potestad, según la ley por ser de la vida alegre y un mal ejemplo, cuando a ella nunca le ha faltado nada, nada, ella es mi vida-. Toma más y más desde el pico de la botella, asustado la calmo, y me doy cuenta que está igual que en Cali sola, ahora con su hijita pero no por mucho, tal vez a eso se debió mi suerte de encontrar este testimonio, alguien necesitaba vaciar, quitarse esa enorme piedra que cargaba en su cabeza. Me doy cuenta que las personas juzgan mal, sin saber con qué hambre come el otro, y si ella le llama trabajo decente ya que no roba, ni mata, no lo hace la sociedad.

A las cinco de la mañana la llevo tambaleándose a su alcoba y se acuesta con la ropa puesta y la sabana encima, suspirando, sin saber si por su hija, por la familia, el trabajo, o quizá sabe que mañana comienza de nuevo su doble vida.

MAPCH

domingo, 2 de octubre de 2011

Fotos con relación a Chema Madoz







Tinto, perico, aguapanela (Crónica basada en el viaje de la casa a la universidad)

El sonido de la puerta ya es matutino y monótono, pero esta vez tiene algo diferente, escuché el momento en que se ajustó y el viento golpeó mi humanidad, estoy afuera de lo que puede ser la seguridad del mundo, mi casa. Pasa una señora apresurada cuando la hora casi llega a las ocho de la mañana, ella con la cartera ajustada a su cuerpo quizá para que no caiga y la retrase más, o teme que alguien se la arrebate, infinitas posibilidades. Miro la hora en el celular ya que no acostumbro a llevar reloj, pese a que tengo uno que heredé de mi abuelo, pero estoy afuera. Faltan diez para las ocho y voy en lo que parece una mañana normal, un día como todos, los rayos del sol me hurtan un abrir y cerrar de ojos, el sonido de una cicla llega hasta mi oído, viene en sentido contrario de la vía, me detengo un segundo y las primeras palabras de la mañana, a un metro de mi casa exactamente, “¡NO VE CIEGO¡”en realidad estaba un poco cegado por el sol, el hecho es que el ciclista viene en contravía, al igual que la señora va apresurado, además con dos enormes bolsas de mercado a cada lado del manubrio de la cicla.

No hay nada más agradable que empezar el día con un buen saludo mañanero, y con toda la formalidad que se merece y aún más tentado a responder el saludo, sale de mi boca lo que se ha vuelto una respuesta común a un insulto o grito desproporcionado “SU MA…” y así empieza mi mañana por fuera de casa, rumbo a clase de ocho en la Universidad Industrial de Santander, sintiendo aún el fresco del baño y el sabor a crema dental que elimina el de la aguapanela con pan del desayuno.

Seis ó siete cuadras respaldan mi diario recorrido a la universidad, cuatro o seis veces al día, hoy es la primera. Cruzo la calle y emprendo la subida con mirada al astro viendo casi la cima, ¿la meta?, aquella glorieta tan conocida donde esta Palomo el caballo de Bolívar parado en sus dos patas para hacerse más visible e imponente. Un joven grita palabras que no comprendo hasta que se aclara su voz, -¡Espere, espere, un momento señor! - Mientras baja a prisa por la calle décima para coger el gran bus verde, a lo que me detengo un instante y observo al conductor con su malicia que se refleja en el espejo del lado derecho, cierra las puertas y acelera lentamente, -Un momento ¡hey! – exhausto golpea la parte trasera del bus con su mano, y el chofer haciendo caso omiso continúa su recorrido.

Sigo subiendo y una cuadra más adelante yace un borracho frente a una taberna de barrio, a mi mano derecha, el sitio está cerrado y el hombre descamisado. Duerme plácidamente con la boca abierta, con su mano cubriendo desde los ojos hasta el mostacho, quizá por la luz encandescente, que daba justo ahí. Una señora corpulenta vestida con una licra azul ajustada, muy ajustada a sus enormes muslos y gemelos, que deja al descubierto solo los tobillos, y una bata blanca, manchada de sangre y residuos de pollo, llega hasta su cintura, cubriendo una camisa de rayas rosas y marrones; me da a entender que trabaja en la plaza ubicada a dos cuadras de allí.

Continuó normal cuando antes de abandonar las cuatro esquinas escucho -Sigifredo qué haces ahí de por Dios parate, otra vez en esas gastándose la plata desde el jueves, - la señora con su voz de pregonera, no apacigua su melodía y con tan notable escándalo muchas personas se detienen y miran el espectáculo mañanero patrocinado por la ira y el desconsuelo.

Sigo, pues, con tanto percance voy a llegar tarde y lo más probable es que el profesor no crea en las pruebas que recitan mis palabras, aunque, cada fin de semana es parecido, no igual pero si movido, pienso que es tal vez por el sector en el que me encuentro. A mitad de cuadra me saluda como de costumbre la señora que vende minutos y un poco más arriba al señor que suelda puertas y rejas, sube la mano, la agita levemente y observo su gorra azul y gafas negras que dan un estilo único. -Adiós vecino. – a lo que respondo de igual forma. Creo que ellos conocen demasiada gente por su trabajo y que al estar tan cerca el vecino de la vecina casi todo el día pasará algo más.

Una cuadra más exclama mi pensamiento, interrumpido por un ruido que a medida que se acerca se hace más potente, veo a la septuagenaria que baja velozmente como de costumbre en su zorra, con los cabellos blancos mal amarrados con aquella cuerda roja que alcanzo a ver, con lo que cualquier dama o damisela de hoy moriría al ver, o peor, tener horquillas y eso del frizz, aspecto que a ella no le importa porque aún así su cabello se mueve con el viento. Sus arrugas demuestran la edad que comentan en la plaza cuando uno hace mercado, setenta u ochenta años que, sin embargo, ella vive con alegría. En ese momento, en esa cámara lenta en que la vi mientras doblaba la esquina a prisa, note en su mirada cargada de aventuras y más cara y negra que el petróleo a alguien a quien admirar. Ella, una diosa griega tal vez, con su vestido largo y azul manchado por el padre tiempo y unas alpargatas rotas sigue su camino dejando el perfume de frutas y verduras.

Caminando con un suspiro de orgullo sigo mi camino avanzando presurosamente, -Tinto, perico, aguapanela. – repetía una señora una y otra vez con su carrito, más bien un coche de bebé ahora que lo veo bien, armado de tal manera que llevaba varios termos de aquello que predicaba además un recipiente con pan y mantequilla. El conductor de un bus urbano que viene de mi derecha lentamente llama a la vendedora, ella corre con su coche y por la ventanilla le da un tinto y en un instante saca un pan lo parte a la mitad y lo unta de mantequilla, el conductor le da mil pesos y sigue su recorrido, la señora también continúa y recibe una llamada que no puede contestar. No me quedé observando todo el tiempo, ella subía al igual que yo y muy cerca. –Joven me puede hacer el favor de contestar, es que yo no sé, me lo regaló mi hijo ayer. –Anonadado le dije que sí, al mirar el celular era de esos sencillos que con la misma tecla se contesta y cuelga, ese un (1100), dije, –Si un momento. - Y comuniqué a su portadora –Sí, con ella. No, no puede ser, dígame que no, debe ser un error oficial, mi hijito no, pero él está bien. Sí ya voy para allá. Chao. – Así la señora se da vuelta me da las gracias y baja llorando.

Eso me deja pensando, cuántas madres preparan tinto, perico o aguapanela con sus lágrimas ¿por qué?, solo el agua dulce preparada con caña lo sabe.

Así llego a la glorieta y lo de costumbre papelerías abriendo, unas pocas personas sacando copias, otras llamando en los puestos de minutos a cien pesos, y más adelante gente observando las artesanías expuestas en el museo de la calle y algunos desayunando la comida típica del universitario o del colombiano promedio “El combo”, sigo y me encuentro con algo que vivió la unión soviética en la segunda guerra mundial con Hitler en la batalla de Kursk, solo que en vez de un tanque T-34 es un camión negro, grande e imponente el que está estacionado en la entrada principal de la universidad, “nos quieren conquistar” pienso.

Más abajo en la entrada de visitantes otro tanque más pequeño y ligero, parece un paquidermo extraviado del zoológico, solo se espera esa hora cero para atacar antes y expulsar los invasores, comentan unos y otros.

Entro al parecer a una base militar donde ahí máxima vigilancia y los colores se mezclan, primero un negro, que pasa a un verde y termina un marrón claro y oscuro, se parece a las etapas de la fruta: verde, madura, y se daña, se vuelve negra. Bueno después de ser otra vez ciudadano y mostrar mi carnet, cosa que debemos agradecer, ya que ayuda a recordar que hacemos parte de una sociedad libre y pulcra.

Llego al edificio subo las escaleras hasta el quinto piso de manera rápida, ya voy tarde, fatigado me siento en una silla –Muchachos hoy no hay clase tengo que ir a una capacitación… - Miro mi día, mi mañana y doy gracias porque la vida es dulce pese a que pasen cosas malas, pues, de la caña se saca el néctar que se convierte en panela y llega a la mayoría de colombianos convertida en aguapanela, eso demuestra que para ser dulce tiene su proceso y lo mejor es que se puede disfrutar cuando quieras.    
         
MAPCH
         

miércoles, 24 de agosto de 2011

Síntesis "Educar en una cultura del espectáculo" Ferres

Síntesis de Ferres

Diez puntos clave

Primero

En este primer punto se tratará de ver a la imagen como un fin más no como un propósito, aspecto que se está utilizando ahora para llegar más al consumidor, que un veedor, es así como la escuela trata de manejar estos inconvenientes, redefinir el concepto de cultura, que no es parecido al que se está viendo actualmente, se ha cambiado la noción de cultura a un espectáculo, un cambio que hay que redefinir para lograr un mejor valor intelectual, utilizando lo que se maneja comúnmente, la imagen. Esta aparece en la televisión, en la publicidad de diferentes tipos y qué mejor que manejarla con fines culturales y sociales, que se vuelva una cultura con espectáculo no de espectáculo.

Segundo

El segundo aspecto o punto clave es tratar de ser mejor docente, en el sentido de no volver monótona la clase en no hablar a, sino hablar con, en eso entra el sentido en buscar la forma de cautivar al estudiante de no suponer que lo que lleva es bueno, sino siempre poner más, no limitarse, en estos tiempos la limitación es un problema, hay que formar personas capaces de criticar el mundo y eso se hace con variedad, para poder adquirir esa capacidad. Existen los medios tecnológicos, lo auditivo, lo sensorial, no solamente es el tablero, existen un sinfín de posibilidades a la mano, mostrar una adaptación al mundo cambiante en el que estamos.

Tercero

Es acá donde la lucha toma un cambio, no es mostrar todo tal cual, debido a que los medios no son los mismos, a qué me refiero, pues, ya se quiere sustituir la palabra por la imagen, la acción por mostrar, de la reflexión a lo racional, esto se da en el caso de la televisión, pero claro está no juzgando a esta como tal, sino a la imagen que se presenta en ella, como forma de expresión, y también debido a la ganancia económica que conlleva la publicidad de la imagen. En eso entra la escuela en tratar de devolver lo bueno y apartar aquellas rupturas que ha causado la nueva imagen.

Cuarto

Este punto clave se engrana con el anterior, pues, no todo es malo, al parecer los docentes no tiene salida están encerrados en un callejón, pero ahí es en donde debe jugar un papel importante en cómo mostrar esas herramientas, tratar de buscar un complementariedad, en este caso sería más observar los dos fines la racionalidad frente a la reflexión, podría ser una forma de comparación y complemento entre las dos, manejar el placer y el esfuerzo de manera continúa.

Quinto

Algo importante es establecer un vínculo que el docente debe crear, por medio de estímulos y actitudes provocadoras al ámbito escolar, incentivar los alumnos de una manera integradora (Ítaca) como menciona Ferres, una seducción hacia el objetivo que se planteó pasar de lo inmediato el sentido. Es buscar un contacto con el alumno tratar de incentivar de conducir, de sacar a fuera eso que permanece ahí oculto pero latente. Tratar de enriquecer o transformar es lo másimportante que debe lograr el maestro en el alumno, para lograr un cambio total.

Seis

La estimulación es algo importante en este proceso de educar, pues, como observamos el docente debe hacer sentir al alumno el placer o el esfuerzo para que este distinga entre los aspectos de emotividad o racionalidad que son de suma importancia en la interacción con la enseñanza. Tratar que el educando encuentre el placer de aprender, y por medio de ello pasar a la satisfacción del esfuerzo realizado para lograr la etapa del aprendizaje. De esta forma estimular los alumnos a aptitudes complejas, ya que nacemos con la capacidad de los estímulos primarios, encontrar la capacidad de buscar los complejos.

Séptimo

El educador debe ser un mediador, debido a que este es un intermediario entre los contenidos y los estudiantes, es buscar la forma de darlos a conocer de la forma más compleja pero de forma dinámica. Conocer los intereses de los alumnos y por ende muy bien los temas para así lograr una buena conexión entre los dos, incorporar la vida cotidiana con la vida escolar es algo primordial. Es necesario llevar material didáctico para no caer en la repetición, como por ejemplo vídeos, juegos, ayudas auditivas, no solo el maestro, la copia y el tablero, y los alumnos dispersos.

Octavo

La solución no está en el material tecnológico, pues como se mencionó anteriormente la culpa no está en ellos, sino en el material que se escoge, no es lo mismo un vídeo y ya, que una explicación profunda de sus características, donde se oculta el mensaje, es tratar de que el alumno encuentre la emoción de buscar e interpretar. Se trata de mirar lo que sirve, falta o sobra, para poder ser buenos críticos de nuestro propio trabajo, Ferres plantea una solución grabar las clases para conocer los pro y los contra de las sesiones.

Noveno

Aparece un término aportado por Ferres la educación multimedial, que busca reunir varias formas de expresión para lograr una interacción entre el alumno y el docente, esto se da debido a que mientras más medios estén implicados en el proceso de enseñanza más rico es el aprendizaje. un aspecto importante es lo que menciona Ferres sobre la palabra, que debe ser utilizada para generar pensamiento, no para comunicarlo.

Décimo

Acá se trata de buscar alternativas soluciones que incentiven e involucren al estudiante al aprendizaje, como lo es la televisión, ya sean películas, series, programas informativos, documentales, etc. Aspectos que al educando le llamen la atención y que sean funcionales con el proceso de enseñanza. Siendo de tal forma las nuevas tecnologías una herramienta multimedial que integre los estudiantes, así pueden tener varias funciones, apoyar una exposición, incentivar, para consulta y los más importante motivar a los jóvenes, esto sería educar en una cultura con espectáculo.

martes, 23 de agosto de 2011

Imágenes y escrito basados sobre las películas, "La lengua de las mariposas" y "Ni uno menos".


"Ni uno menos"

Primer dibujo sobra la película "Ni uno menos" intento fallido.

"La lengua de las mariposas"


 Texto poético basado en la película "La lengua de las mariposas" llamado "Umbral" de Mario Andrés Pérez Ch.

"Ni uno menos"

 Imagen basada sobre la película "Ni uno menos", intento dos aceptado.


Las tres imágenes basadas en películas

 Imágenes hechas por el prospecto de artista Mario Pérez

Imágenes con base al libro, (capítulo seis) "Sintaxis de la imagen" Adom Gigs


ACTIVIDAD




AGUDEZA

Imagen de los anillos de saturno y el punto pequeño, una de sus lunas.

AUDACIA
Imagen publicitaria de cerveza Polar.

COHERENCIA

CONTINUIDAD

 DIFUSIVIDAD

 DISTRICIÓN
Noche estrellada de Vincen Van Gogh

 ECONOMÍA
 EPISODICIDAD

EQUILIBRIO


Vista de Delft de Vermeer


ESPONTANEIDAD

 IRREGULARIDAD

 NEUTRALIDAD

 OPACIDAD

Publicidad para página de internet www.arteuna.com.


PASIVIDAD

 PLANA

 PREDICTIBILIDAD

 PROFUNDO

 REGULARIDAD

RETICENCIAS

 SECUENCIALIDAD

 SIMETRÍA

Caravaggio de 1597


SIMPLICIDAD

 SINGULARIDAD

 SUTILEZA


Marie-Madeleine Guimard, por Jean Honoré Fragonard


TRANSPARENCIA

Propaganda de Jonnie Walker: Manuscrit of insistence.


UNIDAD
Catedral de Notre Dame París.


VARIACIÓN

 YUXTAPOSICIÓN

Audio del poema "Salida"de Mario Andrés Pérez Ch. basado en la película "El lector"

.Una tarde de Agosto, vídeo basado de la película "Cinema Paradiso".

Umbral, poema basado en la película "La lengua de las mariposas".


Umbral

Recuerdos del olvido quedan en mi memoria
esperando la respuesta a la pregunta sin fin
¿por qué?, dos palabras, seis letras infinitas,
no hay orgullo en una mirada cóncava y vacía
estás al otro lado, la enseñanza es un comodín
vuelas, naufragias en un mar de flores marchitas.

El sol seca mis lágrimas en ti, pura libertad,
y el gorrión vuela sin fronteras bajo tu lujuria
“Saltan las aves del calor de los nidos”, vigilados por una deidad.

Llueve en el sabor de tu ignorancia mortuoria,
vigilas cada paso para manchar mi alma de carmín
y sigo ahí, con mi labor ahumada e ideas esparcidas
con una imagen a color, nítida mariposa de día
blanca y negra de noche marcada por el espadachín,
pasar de héroe a villano en el panal de tu incomprensión.

Blanco el espejo donde creaste soledad
imágenes recíprocas al no tener astucia
ya la espiritrompa no desenrolla más falsedad.

Mapch

Vivaldi - Four Seasons (Winter)

miércoles, 30 de marzo de 2011

Un poco de mi vida







AUTOBIOGRAFÍA


Si estar enamorado es poner la pasión envuelta en llamas candentes, hirviendo en el cielo, cayendo en forma de granizo sobre la tierra y que cada golpe de agua me recuerde que en el cielo estás tú, y yo en el infierno padeciendo por ti, entonces te quiero.  Sólo un comentario de mi alma herida por la frialdad del tiempo, solo eso. Tiempo que pasa cada vez más rápido esperando que llegue el momento donde los recuerdos queden grabados en algo más que la memoria, mi autobiografía comienza con aquello que me gusta, escribir. La primera frase me aguarda, me espera, está allí jamás se irá; de igual modo las fotos que hablan por mí cuando aún era muy pequeño y la noción de existir es una compleja imagen.

¿Por qué la noción de existir?, es cómico observar una foto de cuando tenías un año de edad, en el primer cumpleaños, y ver que apareces mordiendo un ponqué más grande que tú, donde la mordida no se puede notar, es tu padre el que te acerca demasiado al ponqué y te unta la boca de aquella crema que adornaba el bizcocho. No me acuerdo de la marca que quedó en el rostro, es más ni siquiera sé si comí o no, si estaba bueno o muy azucarado, si tomé agua o gaseosa, no me acuerdo de nada. Si no fuera por mis padres en la foto y la evolución de ellas desde que nací hasta que tengo noción de cómo era realmente por recuerdos de mi mente y no por fotos, diría que ese no soy yo, entraría en duda.

Así comienza esta terrorífica pero dulce historia que partió nueve meses antes de respirar aire y de recibir una nalgada, disque para llorar y botar las flemas, un 14 de marzo de 1990 en una tarde soleada, después de almuerzo a eso de la una de la tarde se escuchó un llanto conmovedor en los pasillos del hospital central de Ocaña, sí era yo, recibiendo al mundo no con la mejor cara, y supongo que sin entender por qué me habían traído para consentirme un glúteo.

Me remonto a las fotos que tengo en mi casa y que mis padres cuidan con tanto celo, pues, soy el primero de los tres hijos que tienen. Para tratar de dar sentido a mis primeros años de vida e infancia, pues bien para nadie es un secreto que cuando eres el primer nieto, el primer sobrino, el primer hijo todo es muy bueno, diría excelente, muchos regalos, salidas, comida, cariños, de todo en exceso pero que a un niño jamás cansa.

Viví mis primeros cuatro años en Ocaña pasando de casa de mi abuela a casa del trabajo de papá y luego a una casa con mi madre y padre, una vida un poco agitada, pues con esta economía colombiana que nunca ha cambiado es difícil obtener casa propia de ahí que haya conocido muchas y que aún siga conociendo, pero de eso no todo es malo, eso sí no me aburriré de estar siempre en el mismo lado. Soy un ocañero radicado en Bucaramanga, Santander desde los cinco años y eso a veces me afecta, porque cada vez que vamos a mi pueblo natal a visitar a toda la familia de mi mamá me pierdo, bueno no tanto perderme, pero sí no conocer sitios para pasar la corta instancia, y ¿las tías? Ya tienen hijos, esposo y no soy más el centro de atracción, pasé a tener la responsabilidad de sacar la familia a delante al menos con un título universitario, la única persona profesional en la familia es mi tía Leira y sigo yo.

En Bucaramanga pertenecí a una pequeña parte de la sociedad olvidada para no decir toda, pues salía poco y vivía con mis padres en una habitación pequeña pero acogedora, en mi mente empiezan a aparecer pequeñas imágenes que son gratas y que cada vez que las recuerdo también llega la frase de mi abuelo que nunca olvidaré “Este muchachito va a hacer tremendo, míralo allá va otra vez”, no sé cuántas personas habrán dicho está frase, solo sé que debe ser muy común. Iniciando mi travesía a mis cinco años inicié mis estudios en el jardín infantil “Los tres ositos” donde jamás los vi, no recuerdo que día era pero adivinando un poco supongo que un lunes, mis padres me llevaban con ropa normalita y una lonchera y además un bolso que se aferraba a mi espalda.

Llegué a una casa normal aparentemente, me recibió una muchacha con un delantal, mis padres entraron conmigo y todo era normal, más adelante en la llamada sala encontré más niños unos jugando otros riendo y algunos llorando, no tenía conocimiento de qué pasaba allí, mientras me descuidé un poco, mis progenitores planeaban la peor hazaña que en ese momento conocía, dejarme en ese lugar con desconocidos.

Mi papá se tenía que ir a trabajar eran las siete de la mañana y me regalo un beso cruel en la mejilla, una bendición y un abrazo que contenía demasiado orgullo, tras eso desapareció detrás de la reja de la puerta y se perdió con su perfume, mi madre por otro lado se quedó un poco más y no me despegaba de ella, en el fondo sabía que algo malo iba a suceder si me alejaba de la que me dio la luz de la existencia en esa sala blanca y fría. Llegó lo inevitable mi madre tenía que ir al trabajo eran las ocho y después de muchos años comprendí que lo que llamamos jardín infantil, escuela o colegio o comúnmente conocido como segundo hogar es eso, un hogar un pago para que el niño pueda permanecer en un sitio vigilado, disfrazado de enseñanza, qué si se aprende, sí, pues a la edad de cinco años o seis qué no se aprende.

Bien esa mañana al partir mi mamá derramé una gran cantidad de sal en mi rostro cubriendo mi alma en una temida llamarada de polvo gris que no concebía con nada, lo más parecido a estar desprotegido y solo, representado en cientos de miradas acusatorias y una sonrisa inversa con gritos de desesperación “MAMÁ”, repetía aquella inocente criatura sin cesar. Pasaban las horas y el llanto terminó, pero el cuerpo se sentía vacío la jornada finalizaba a las cuatro y con una lenta pero precisa mirada allí estaba era otra vez mi madre.
La hazaña se repetiría muchas veces un año para ser exactos, claro está lo del llanto se superó a la semana. Hice muchos amigos de los cuales no me acuerdo sino de una amiga bueno tal vez sucedió algo que no sé explicar de ella. Ya sabía escribir un poco deforme tal vez eran jeroglíficos pero sabía escribir y leer como aquel tartamudo de la esquina donde vivía que me vendía dulces y me preguntaba siempre “ómo e ue en a ecuela” con una sonrisa pintada de alegría.

Ahora me acuerdo de mi primera aventura, la primera en mi mente y no la última, en ese jardín infantil, en el patio de la casa, en los juegos escondidos en el barril, mi amiga y yo nos despedíamos algo nos decía que jamás nos veríamos, mientras mis papás recibían las notas finales, y tres menciones de mejor comportamiento, excelentes notas y mejor alumno del año, yo experimentaba la perdida de una gran amiga lo que conocí a mis cinco años como una bipolaridad entre amistad o algo más, pues, aún no me explico por qué ese día en ese barril nos dimos un pico, simplemente rosando los labios y un gran abrazo y las palabras del corazón “Nunca te olvidaré” era extraño y cuánto más lo pienso más extraño lo es.

Y ahí se fue Jesica con su mirada, su voz, su cabello, y que hasta hoy en día no he vuelto a ver. Ese día mi papá nos gastó comida rápida para celebrar, y se sentía orgulloso, qué padre no se enorgullece de los logros de sus hijos, todos aunque a veces no lo exclamen lo sienten.

Llegó navidad y sin comprender muy bien la fecha me decían que el niño Dios me traía un regalo, y sí de hecho siempre me llegaba un regalo, cómo, no sabía y no me importaba pues ya lo tenía, no eran las grandes cosas que les daban a los otros niños que estaban conmigo en esos momentos que generalmente eran los hijos de los amigos o jefes de mi papá, pero quedaba contento, tanto así que los demás infantes venían a decirme que se los prestara que ellos harían lo mismo. No lo hacía mi papá me lo había dado y él era y es mi héroe.

A mis seis años inicié mis estudios de primaria en la escuela Centro Piloto Simón Bolívar, ubicado en el barrio San Francisco en la carrera 20 con calle 10, ahí empecé primaria y lograría muchas metas, la profesora Margarita era la que nos daba todas las materias y soportaba 35 niños a sus 50 años, un poco buena gente y con genio volátil, pero quién no cuando se tienen 35 almas brincando, gritando y de aquí para allá, pues a cualquiera, un recuerdo en mi memoria que nunca olvidaré fue cuando no hice la tarea y la profesora empezó a revisar, en primer lugar recogió los cuadernos los puso en el escritorio y comenzó, yo no tenía nada y una compañerita llamada Diana me la prestó en una hoja, el problema cómo traer el cuaderno, mientras unos alumnos se mordían y la docente intervenía, saqué mi cuaderno, y qué creen se dio cuenta.

El regaño fue enorme, pero comparado con la jalada de la oreja que me imaginó que estiró bastante no hay comparación. Mi amiga intervino y a los dos nos sacó del salón de las orejas dejándonos en la puerta parados hasta que acabara la jornada. Aún me pregunto por qué haría eso Diana, tal vez le gustaba, o quizá le caía bien, o la más probable le gustaban las bromas. En sí jamás lo supe ya que la profesora nos separó y a Diana la mandó para otro salón y en el descanso escasamente la veía pasar.

Un momento ahí no acabó mi paga por no hacer mis deberes, mi papá me enseñó lo importante que es el estudio y lo dolorosa que puede ser la vida o en dado caso como él lo llama, “ser bruto es más difícil que estudiar”, y lo que hasta ahora no había conocido, aquella “verduga” negra de cuero y con una hebilla plateada y brillante en un extremo parecida a la hoz de la muerte, que solo me “educaba” cuando me portaba mal ahora tenía otra labor y posiblemente más acertada en su significación “educar”, ella me educaba cuando no hacía las tareas de la escuela. Mi padre la aprendió a manipular muy bien, no es que la utilizará a cada instante, ahora pienso que fue porque de joven trabajó en el campo cortando hierba, y volvió a coger el tiro.

Desde aquella vez nunca volví a faltar a una tarea, jamás olvidaré esa tarde, que los psicólogos dicen que es maltrato infantil, y que eso crea traumas en los infantes, pues, no creo agradezco cada día de mi vida porque aprendí que la vida no es fácil y cuesta, y en comparación con los jóvenes, adolescentes, infantes, de hoy en día ya gritan a sus padres, y qué hace yo era un niño que sabía que era respeto así fuera impuesto y comparen los años, de ahí el dicho “Todo tiempo pasado fue mejor”; los psicólogos necesitan comer, sino de qué viven, y ya existe un sinfín de traumas. Tengo la oportunidad de trabajar de mesero y comparar la vida desde distintos puntos de vista, he trabajado con gente estrato alto, medio y bajo, y en los tres se presenta un síndrome, un poco menos en el estrato medio, no sé cómo se llama, pero los psicólogos sabrán.

Antes: “- Mijo la comida está servida. – Gracias mamá”. Qué era la comida. Lo que fuese o pudiese darle la madre, tal vez lo que menos le gustaba.”- Gracias mamá”.
Ahora: “- Papito, rey, corazón QUÉ quieres comer, tengo pollito o carne. – Qué, otra vez carne o pollo mamá, no, ya no quiero eso, dame plata o compra una pizza o una hamburguesa y de tal lado. – Bueno papito”. Aún si yo dijera eso en mi casa no me darían nada solo lo que hay, y sé que algunos se sentirán emparentados con lo que menciono. Qué ha pasado, pues, ahora los infantes o adolescentes se sienten defendidos por los psicólogos, porque todo es trauma, muchos trabajos en el colegio, la ropa de mala marca, etc.

Qué falta mano dura, sí, es cierto se ve muy poco. Por eso agradezco a mi padre por haberme educado de esa forma, si fue la mejor no sé, pero la persona que soy se lo debo a eso, y a mi madre que siempre fue mi apoyo en el estudio, creo que deben ser las dos caras de la moneda en ciertos casos, ya que mi papá analfabeta era imposible que aprendiera solo con mano dura, aunque él siempre se sentaba conmigo después del trabajo a tratar de ayudarme en lo que fuera, más en los números, en lo que eran sumas, restas, multiplicaciones, mi papá siempre ha sido muy bueno para eso.

Mi madre era como en todos los casos la parte consciente que me defendía cada vez que mi padre iba a utilizar la “verduga”, la que sentaba y me explicaba todo hasta que entendía, una y otra vez durante todos los años escolares hasta once. Y a mi madre le debo mucho, ya que debido a mí se salió del trabajo para dedicarse al hogar.

En primero de mi año escolar ocupé el primer puesto y me felicitaron demasiado, mis abuelos, mis tías y tío, debido a que todavía era el primer nieto y sobrino, recibí algunos regalos y eso sí incentiva, ahora un poco más lo relaciono con el estímulo respuesta planteado por Ivan Pavolv, que si mis familiares lo conocían, no, claro que no, él era lo que para él somos mi familia, nada, no existíamos en su noción, ahora entiendo muchas cosas que antes solo divagaban por mi mente.

En segundo primaria a mis siete años fue parecido a repetir la historia un excelente alumno, tal vez un hecho que me marcó, no fue escolar, fue del común, de la vida que llevábamos en Bucaramanga, desde ahí comprendí que la vida es más dura para los padres que para uno, mi padre consiguió un trabajo de bodeguero en Distarves una empresa grande que maneja alimentos básicamente pollos, y sus derivados, huevos, salchichas, mortadela, etc. Él vivía prácticamente en el enfriador a temperaturas muy bajas y debido a eso se enfermo primero de la cintura y luego el frio empeoró el dolor, salió de ahí y sin ninguna indemnización, sin trabajo y duramos cierto tiempo viviendo de la bondad de los dueños de la casa donde vivíamos, el señor se llamaba don Roso y tenía una panadería, ahora me causa risa, pues jamás faltó el pan en la mesa, además íbamos a una iglesia extraña llamada cuadrangular, ubicada en la carrera 27 con avenida González Valencia, que pues aparte de tener solo ganancias ayudaban a personas con problemas económicos con mercados todos los domingos, a esa iglesia iba don Roso con la mano izquierda más pequeña y atrofiada que la derecha y con su otra mano sostenía la biblia evangélica negra y danzaba, aspecto que no me hacía gracia.

Algo bueno entre todo lo que sucedió, es que allá duramos dos años, a los siete años cursando segundo primaria todo iba bien, es más mejor, me dieron beca por ser el alumno sobresaliente en toda la escuela y mis papás para fortuna no tuvieron que pagar la matrícula que no era costosa, porque era público, mas era una gran ayuda en esos momentos. Bien en mi corta edad de nueve años estaba en la casa de don Roso con sus tres hijas que crecían rápidamente, ellas todas mayores que yo entre uno dos y tres años, juagábamos inocentemente a muchas cosas, escondidas, lleva, congelados, etc.

Una mañana como cualquier otra armé una especie de búnker en el sofá grande que teníamos, quitando los cojines y poniéndolos encima, jugaba solo cuando llegó lo que iba a ser la razón de mi vida desde ese día, la belleza femenina, empezamos a jugar al dentista yo era el odontólogo y ellas las pacientes, entraba una y luego otra al búnker, de repente sin tener memoria de cómo hice, Angélica la intermedia entre las otras dos hermanas, me beso o bueno picos, como se llama, la verdad solo me acuerdo de eso, no muchos detalles, enseguida una de las hermanas se dio cuenta por uno de los tantos huecos que tenía mi fortín.

Qué pasó se fue a poner acusaciones o tal vez a gritar o tumbar lo que había hecho con tanto esmero para jugar, ninguna de esas opciones, simplemente fue la siguiente en entrar y me dijo que le hiciera lo mismo, asustado y lleno de nervios negaba lo que ella decía, y ahí se formó el problema, “le voy a decir a mi mamá”, repetía con voz suave endulzando mi oído con extrañas sensaciones, y sin más ni más de nuevo estaba dando picos, y así sucedió una y otra vez con las dos hermanas, menos con la menor. Y uno siempre quiere más y al decirle a ella se terminó el juego, los cojines volaron por lado y lado en un mar de rabia de mi parte, sin acordarme aún por qué, y desde ahí no volví a jugar con ellas, y sí creo que eso afectó en algo mi vida, en qué, solo digamos que desde que yo lo sepa está bien.

Bueno parece que el siete fue mi año más movido nos pasamos al frente a un pequeño edificio y como dicen al caído caerle, vi la soledad de cerca muy cerca, mi madre tuvo un embarazo ectópico, sin saber qué era eso, recuerdo que llegó la señora esposa de don Roso, Olga, a recogerme en el colegio, porque ese año fue aprobado para pasar de escuela a colegio y dar bachillerato, eran las cinco y media de la tarde cuando no vi a mi madre como de costumbre, de repente ella no aparentaba nada, todo parecía normal. Al llegar a mi casa encontré un ambiente extraño vivíamos en un apartamento en el último piso, es decir, el tercero. Llegó mi papá preocupado, asustado y con los ojos llorosos, habló con doña Vylma la señora que vivía en el apartamento y dueña de este, enseguida me bajó y me dejó en donde estábamos antes, la casa de don Roso, ahí volví a ver a sus tres hijas que me hablaron con un tono tenue y frágil, sabía que algo andaba mal.

Mi padre se marchó rápidamente y quedé a merced del tiempo, tarde en la noche me recogió estaba medio dormido pero aun así observaba lágrimas en el rostro de mi progenitor, días más tarde de no ver a mi madre, llegó una señora llamada Diva era de Ocaña mi pueblo, una señora agradable, buena gente y al otro día llegó mi madre con la cara lívida y la mirada perdida con una sonrisa en la mejilla cuando me vio que opacaba lo mal que estaba.

Todo salió bien mi madre me explicó lo que había sucedido y años más adelante comprendí que está viva de milagro, y todo lo que vivió mi papá, para que se mejorará, como buscar plata, ya que no teníamos seguro por la falta de dinero, y la ayuda divina que sí creo que exista, mi papá fue adoptado a los cinco años por una familia adinerada de Ocaña los Hernández, y fue por el doctor Hernández que mi papá tuvo una familia, pues, no como uno quisiera, ya que era más un criado que un hijo adoptivo, y ahí conoció a Libardo, hijo natural del doctor, y consiguió una amistad, esa que treinta años más adelante logró que mi madre este viva, él fue el que la anestesió y bajó todos los costos de la operación, para que saliera gratis, solo los medicamentos que eran costosos fue lo que agobió a mi padre. Todo se relaciona y maneja un hilo conductor que en algún punto vuelve y se encuentra como en este caso, dos personas diferentes criadas en el mismo hogar.

Al fin todo volvió hacer como antes la familia unida, de ahí nos volvimos a mudar de casa o mejor de habitación, somos parecidos a los nómadas, pasábamos de allí para allá, de casa en casa, lo único bueno de eso es que cambiamos de ambiente, no siempre es el mismo, y lo malo correr cada vez que nos pedían el lugar de residencia.

Al año siguiente en tercero primaria también me gané una media beca por ser buen alumno, y todo era normal a mis ocho años, fue un año bueno empecé a salir a trabajar con mi padre, él inicialmente era ayudante de una camioneta o varias de la empresa Telecarga, que aún existe, luego de un año alguien le dio la oportunidad de manejar una camioneta de estacas, me acuerdo que era una Toyota beis y yo iba a veces a llevarle el almuerzo con mi madre.

En ese trabajo de mi padre tuve las mejores aventuras de mi vida, aquellas que jamás se olvidan, y las que quisiera volver a vivir. Una de ellas fue salir a una vereda cercana a Sabana de Torres a llevar a unas personas a las partida del año 1998 no existía la restricción de no poder llevar personas en la carrocería de las camionetas. La cuestión trataba de una carretera mala y por la lluvia se había derrumbado el puente así que mi padre improvisó junto con los pasajeros e hicieron un puente de troncos, así es, y el abismo siempre era grande pensaría que unos veinte metros, en ese viaje ya mi papá había cambiado de patrón y manejaba una camioneta Mazda y todos se bajaron menos el conductor, mi progenitor y yo, me quedé en la parte de atrás, mi madre le había dicho que no lo hiciera, pero ya era tarde observaba como patinaban las llantas que eran un poco más delgadas que el tronco, y los nervios pasaron a crear un vacío en mi estómago, mientras mi papá con los nervios de acero terminaba de cruzar victoriosamente siendo aplaudido por las personas que estaban allí, me sentía orgulloso.

Al regresar lo increíble es que ese puente provisional no solo nos sirvió a nosotros sino a mucha gente que iba al pueblo e hizo la misma hazaña de mi padre, nosotros también para regresar pasamos de nuevo por el “puente de la imaginación” como lo llamo desde ese día y me enseñó que cuando no hay más camino, cuando estás fuera del otro lado, siempre podrás cruzar gracias al puente que me hizo mi padre.

Demasiados viajes hicimos en los cuales tragué moscas o m picaron abejas, o cualquier cantidad de bichos, en la cara, por irme atrás en la carrocería, jamás olvidaré una que me dio justo en el labio y mis padres en una pronta reacción me dijeron orine, orine, y sin saber para qué oriné y sorpresa el remedio era pasar los orines por el lugar infectado.

Sí, funcionó. En el año 1999 nació mi hermano Juan Esteban Pérez Chinchilla, hijo de Vianny Chinchilla Ortiz y Mario Antonio Pérez Carrascal, mis padres. Tenía nueve años cuando llegó mi hermano, causa de varias regañadas que me hicieron saber que ya no era el único niño en la casa, así pasaron dos años y llegó mi hermana Viviana Andrea Pérez Chinchilla, no sé por qué las familias humildes les gusta tener tanta familia, se que el mínimo está en más o menos seiscientos mil pesos, que no alcanza y multiplicado por cuatro es una suma buena, pero no, esa teoría preferí abandonarla, creo que es no ser consciente de un futuro, que si los hijos son bendiciones, puede ser aunque no comparto tanta bendición, todo en exceso es malo.

A la edad de trece años en octavo mi vida dio un giro, después de ser un estudiante excelente, todo bajo y cambió en octavo grado gracias a una profesora de sociales que me hizo entender que en ocasiones el corazón se pierde con la edad, quizá con las experiencias vividas, fue el año más terrible de mi vida y no solo la mía pues un año atrás a mi papá le accidentaron el carro, una camioneta Renault Break 12, que conseguimos con tanto esfuerzo, y para que la deuda del banco que adquirimos para la compra del carro, no lo quitará, mi papá empezó a madrugar desde las dos de la mañana hasta las seis de la tarde, para conservar el carro y mantener la familia, hasta nuestros días es algo habitual su horario y el cansancio que sus ojos demuestran después de diez años se plasma en su mirada.

Luego del accidente quedó mal reparado y ahorro todo un año para ponerlo bien bonito, mi papá quiere demasiado el carro, tal vez por ser el primero totalmente de él, así que estábamos otra vez alcanzados de dinero, pero vivíamos con lo suficiente.

Ese mismo año en el 2003 conocí lo que viene a ser mi mejor amigo, ¿cómo? Jugando con una pelota en la calle siendo los postes el arco, pero hoy en día entiendo que en ese año no podía tener algo de bueno quizá en cierto punto es algo que se asemeja a la relatividad, en cierto tiempo fue una amistad sincera y desinteresada, pero ahora cambió por una rivalidad entre quién es mejor y quién no, donde el que siempre calla soy yo, y a veces con tal de ser el mejor se hunde a la otra persona con bombardeos simultáneos y silenciosos, de los cuales solo la otra persona piensa que uno no sabe, gran error, a eso me refiero con lo relativo, mientras él hace eso por su lado, solo espero con el ruido del silencio en mi nuca para dar el paso final, y en este tiempo solo he utilizado esta frase de mi autoría: “Cuando los pájaros vuelan no es que escapen de la realidad solo la miran desde arriba. Cuando los peces nadan no es que traten de estar más inmersos en otro universo, solo la miran con otros ojos. 
Cuando un humano recorre distancias no es que le tema a la realidad solo quiere rodearla. Y cuando yo miro la realidad prefiero ser ciego para así no conocer la verdad”. En eso se resume lo que se supone es una gran amistad de ocho años.

En décimo grado me hice amigo de la profesora de filosofía, hice algunos ensayos que le gustaron mucho y sin pensarlo me inscribió en un concurso de filosofía, donde fui con todos los nervios del mundo y gané el primer puesto.

En once continué escribiendo no solo ensayos, también frases y avancé a la poesía donde creo que estoy mejor, sin saber todavía si sea buena o mala, tengo pocos críticos, tres amigos, mis padres y ya.

Me gradué con una mención por el concurso de filosofía hice mi primaria y secundaria en el mismo colegio, y me siento orgulloso de él. Hice grandes amigos que visito después de cuatro años. Adquirí una complicada vida sentimental sin saber por qué, y pasé desapercibido por la mayoría de estudiantes del colegio, mas no para los profesores.
Inicié mis estudios universitarios en la UIS a mis diecisiete años segundo semestre y continúo cultivando mis escritos.

Esa es mi vida hasta ahora Mario Andrés Pérez Chichilla con el seudónimo “MAPCH”, a y se me olvidaba trabajo para poder estudiar como mencioné de mesero en una casa de eventos y en un restaurante.

No es solo mi vida es lo que se ha ido construyendo a lo largo del tiempo, es eso que cada persona me ha regalado con cada minuto o segundo que me aporta, soy una construcción de todos expresada a mi manera.

MAPCH